Lo reconozco, en ocasiones dirijo la atención al aparato de TV que tengo en el salón. Sin darme cuenta quedo en un estado semi-hipnótico, tragándome lo que sea sin poder reaccionar.
Pero ayer algo me sacó del letargo inducido por una interminable retahíla de -gilipolleces- anuncios. Veía un bote de algún tipo de producto de cosmética, pero el locutor decía algo que no cuadraba: “Baba de caracol” oí un par de veces. No entendía nada, pero reaccioné y, sí amigos, es increíble pero cierto.
Están vendiendo botes llenos de auténtica, pura y genuina Baba de Caracol como tratamiento para un sinfín de problemas estéticos.
Según el “Troy McClure” de turno, “rigurosos estudios científicos” (sic) demuestran que ese asqueroso gel cura el acné, elimina las arrugas y la celulitis, desvanece las cicatrices y rejuvenece la piel.
A esas virtudes yo añado una todavía más increíble: Consigue que los que pensaban que con un criadero de caracoles se iban a montar en el dólar, al final lo consigan, pero sin vender ni un solo caracol, sólo haciendo negocio con sus restos. Admirable.
Ah, sí, el precio: un bote de Baba, 79 euros.
En youtube he encontrado este vídeo, muy similar al que ví anoche en mi TV ¿o quizá lo soñé?
https://www.youtube.com/watch?v=22JvzwRABks
Fuente No Puedo Creer