La mentira más efectiva es, a menudo, aquella que contiene una porción de verdad. Esto es lo que parece ocurrir en muchos casos con la publicidad de preparados de baba de caracol, a los que en televisión, Internet y otros soportes se les atribuyen a menudo propiedades curativas, cuando en realidad se trata sólo de productos cosméticos indicados para combatir las arrugas y el envejecimiento de la piel por la edad y la acción del sol.
Tampoco se puede hablar en puridad de que lo que se conoce popularmente como “baba de caracol” sea beneficioso para la piel. En primer lugar, porque no vale la sustancia que el gasterópodo segrega para facilitar su desplazamiento, sino sólo una secreción que emite cuando está sometido a estrés –para defenderse se agresiones externas–, que debe purificarse en laboratorio y, en segundo, porque tampoco sirve cualquier especie de caracol.
Publicidad engañosa
Todo esto no quiere decir que no haya productos fiables basados en las propiedades beneficiosas de esta secreción, sino sólo que conviene prestar atención a los casos de publicidad engañosa que han proliferado en los últimos años en Internet y los canales de televisión especializados en la venta por correo.
“En las farmacias, hay productos de baba de caracol muy posicionados desde hace mucho tiempo, pero no con estas publicidades fraudulentas que están haciendo ahora otros”, explica la vocal de Dermofarmacia del Consejo General de Farmacéuticos, Ana Aliaga. “[Estos anuncios] crean expectativas que, en función de su composición, el producto no debe tener, ya que van más allá de las propiedades que debe tener un cosmético, haciendo alegaciones de curación de patologías como heridas y cicatrices que no se pueden tratar con cualquier cosa”, agrega.
De hecho, en la Red se pueden encontrar multitud de anuncios que defienden las supuestas propiedades de los preparados de baba de caracol para combatir infecciones de la piel, psoriasis, manchas en la piel o quemaduras.
Tras señalar que es muy difícil frenar estas publicidades, Aliaga aconseja a los consumidores que no se fíen de los anuncios agresivos y actúen con sentido común. “Los cosméticos no tienen la obligación de venderse en farmacias, pero lo mejor para que no pasen estas cosas es contar con el consejo del farmacéutico”, señala.
La especialista de la Academia Española de Dermatología María Paz Cerdá también cree que lo mejor es que los interesados consulten con un experto antes de hacer caso a ciertas publicidades que hablan de productos de los que “se desconoce la composición”, y que muchas veces no pasan por ningún control.
Por su parte, María Vitale, dermatóloga del laboratorio español IFC, el primero en comercializar uno de estos productos, coincide con Aliaga en que hay un incremento de publicidad engañosa en torno a la baba del caracol, sobre todo en el ámbito iberoamericano.
IFC lleva 11 años comercializando, sólo en farmacias y parafarmacias, productos basados en el principio activo de la secreción del caracol Cryptomphalus aspersa. Se trata de una variedad de gasterópodo que habita en Europa desde hace más de 600 millones de años, cuya secreción de estrés, repleta de proteínas y polisacáridos, sirve para combatir el fotoenvejecimiento y la flacidez cutánea, propia del proceso de envejecimiento.
Según un estudio realizado en 2004 a instancias del laboratorio por un equipo de expertos del Hospital del Mar, la Universidad de Málaga y la Escuela Médica de Harvard, la aplicación de esta secreción reduce en un 26% las arrugas finas y en un 45,5% las gruesas, en mujeres de mediana edad.
“Es un producto cosmético sin aplicación médica”, destaca Vitale, que descarta que sirva para eliminar el acné, como sostienen determinados anuncios, o para quemaduras profundas, que necesitan tratamiento médico.
La baba se consigue sometiendo al caracol a estrés físico por un mecanismo patentado de rotación que “no hace daño” al gasterópodo, según precisa Vitale. Hacen falta 10 caracoles para cuatro mililitros de preparado.
Autor: ANTONIO GONZÁLEZ - Madrid - 28/01/2008 18:42
Fuente Público.es